sábado, 30 de junio de 2012

LA VIDA ES AHORA

Tanto tiempo llevaba viéndola por la ventana que ya formaba parte de su paisaje cotidiano. Cada día como un reloj, a las 11 de la mañana, ella cruzaba la acera para entrar en la cafetería que estaba justo en frente de su oficina. Él cada día a las 10:55 dejaba todo lo que estaba haciendo, para acercarse a los ventanales de la sala de juntas y poder verla cruzar. A veces iba sola, otras charlaba animadamente con alguien, otras hablaba por teléfono, otras lo hacía en silencio pero todas las veces le hacía sentir ese cosquilleo en el estómago, las mariposas revoloteaban nerviosas al contemplarla, era preciosa. Así fueron pasando las estaciones, consiguiendo que cada día esa cita de apenas unos segundos, le devolviera la juventud, la alegría. Después seguía con su rutina, pero con una amplia sonrisa.
 
Llevaba unos días contemplando la idea de bajar a la hora exacta y provocar un encuentro, podía presentarse, preguntarle su nombre, invitarle al café diario, conocerla... pero tenía miedo de que ella ni se percatara de su presencia, que le saludara cordialmente y continuara con su vida. Ese miedo hacía que cada día se prometiera a sí mismo: "mañana será el día, de mañana no pasa..." pero esa se convirtió en su eterna promesa.

Una mañana decidió que había llegado el momento, que no tenía nada que perder, que al menos podía recordar siempre ese fugaz encuentro, que por un instante sus miradas se cruzarían y tan solo por esos eternos segundos, valía la pena echarle valor. Decidido se levantó, se duchó, a penas pudo ingerir bocado; pues tras esa decisión un enorme nudo en el estómago consiguió eliminar cualquier rastro de apetito y apresuradamente salió hacia la oficina. Mentalmente preparó un guion a seguir en el justo momento en que ambos se encontrasen.
 
El tiempo esa mañana quiso transcurrir más lento que de costumbre pero finalmente el reloj decidió indicar las 10:50. Se levantó, se puso el abrigo y se apresuró a bajar a la calle, la esperaría en el semáforo.

Las 10:55...10:56...10:57...10:58...10:59...11:00...11:05...11:10... caprichosamente, a diferencia de otros días, ella no había aparecido. "Le habrá surgido algo" pensó en el fondo aliviado; pues aún muriéndose de ganas por verla, esa tregua de horas que le había ofrecido el destino, consiguió aflojarle el nudo en el estómago.

"Lo intentaré mañana de nuevo", se dijo a sí mismo, y un poco cabizbajo volvió sobre sus pasos, esperando ansiosamente que llegara mañana.

Al día siguiente repitió la misma operación, pero ella siguió sin aparecer, siguió sin cruzar ese semáforo.

Durante un mes, sin faltar un día a su cita, bajó cada mañana a encontrarse con ella pero como venía ocurriendo desde el día en que decidió hablarle y dejar a un lado sus miedos, ella siguió sin aparecer.

Poco a poco la tristeza le fue invadiendo, se dio cuenta de lo importante que ella se había convertido para él sin ni siquiera conocerla, como ese pequeño instante se había convertido en el momento quizás más importante de su día a día.

¿Por qué habría dejado de cruzar ese semáforo a diario?. Una mañana atravesó solitario el semáforo que tantas veces lo había hecho mentalmente a su lado, entró en la cafetería, se acercó a la barra y pidió un café.

La barra estaba llena de gente, mientras su mirada vagaba perdida en el infinito, comenzó a oír la conversación del grupo que tenía a su lado. Al principio no dio importancia a sus palabras, pero poco a poco, comenzó inconscientemente a prestar atención.

A las 11:30 se sentaba de nuevo frente a la pantalla de su ordenador, repitiendo mecánicamente su trabajo. Pero ya no tenía una amplia sonrisa, los nervios no le habían dejado escuchar del todo, pero sí lo suficiente para comprender que el grupo hablaba sobre la muerte de una mujer joven, de pelo largo, castaño, alta, hermosa... que hablaban de ella...

No acertó a escuchar porqué había muerto, eso daba igual, había muerto, el miedo dio paso a la rabia y a la impotencia, quiso dar marcha atrás en el tiempo y hablarle en el mismo instante en que la vio. Quiso no haber sido tan cobarde, quiso ... pero ya todo era en vano.

"Un día despertarás y descubrirás que no tienes más tiempo para hacer lo que soñabas. El momento es ahora. Actúa". Paulo Coelho.

2 comentarios:

Oliver dijo...

Lo mejor que podemos hacer es siempre vivir el presente que estar enfrascado en el pasado o vivir soñando con el futuro.
Un saludo.
Oliver

Joaco dijo...

¡Qué bonito y qué triste!